viernes, 28 de enero de 2011

El silencio.

Una de las cosas más provechosas y difíciles de conseguir en el Dojo es la práctica en silencio.
Algunas parejas aikidokas, no todas, no saben resistirse a intercambiar explicaciones, manifestar dudas, dificultades o descubrimientos, e incluso comentarios humorísticos, confidencias, etc. alejándose sin darse cuenta de la actitud que requiere el entrenamiento.
El descubrimiento de los "secretos" de cada técnica y su ejecución perfecta sólo son posibles estando presentes "aquí y ahora", y naturalmente el silencio verbal es su mejor aliado.
El ruido distrae, confunde e impide la práctica correcta y el progreso, y como resultado supone una pérdida de tiempo lamentable. El cuerpo no necesita explicaciones ni argumentos intelectuales para aprender movimientos, le basta con repetir cada gesto una y otra vez en silencio. Es la única vía para ir descubriendo sucesivamente los detalles convenientes.
El Maestro Ueshiba era muy escrupuloso al respecto y afirmaba que el perfeccionamiento del aikidoka no era posible sin un clima de respeto al lugar donde se busca obtener este mejoramiento. Según él, no puede haber calma interior en un ambiente ruidoso, poco serio, ya que las bases de Aikido deberán desarrollarse en un ambiente sereno, de silencio.

Fuente: "El Aikido" José Santos Nalda

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