jueves, 26 de abril de 2012

Un día como hoy este hombre se hizo Inmortal.
El 15 de enero de 1969, Morihei asistió en el Hombu Dojo a las celebraciones del Año Nuevo. Aunque parecía gozar de buena salud, su condición física se deterioró rápidamente a causa de un cáncer de hígado y murió el 26 de abril de 1969 a las 5 de la tarde. El 1 de mayo, a partir de las 7:10 de la tarde, se celebró una vigilia en el Hombu Dojo, y ese mismo día el Emperador Hirohito le concedió una condecoración póstuma. Sus cenizas fueron enterradas en el templo de la familia Ueshiba en el cementerio de Tanabe, y se guardaron mechones del cabello del fundador en el santuario Aiki de Iwama, en el cementerio de la familia Ueshiba en Ayabe y en el Gran Santuario Kumano. El mismo año en Junio fallece Hatsu.


Pensamientos de gran maestro

  
"La verdadera vía de las artes marciales no consiste solamente en neutralizar al enemigo, sino más bien en dirigirle de tal manera que, voluntariamente abandone su espíritu hostil. No mires este mundo con miedo ni aversión; enfréntate con valor a lo que te ofrece Dios."

  
 "El budo verdadero es para el amor a la paz y la armonía; entrenaos diariamente para manifestar este espíritu por todo el mundo. El aikido no se puede explicar con palabras; uno debe practicar y alcanzar la iluminación de la mente. El entrenamiento de Aikido no es un deporte ni ascetismo; es un acto de fe basado en el deseo de llegar al despertar total. No tengáis prisa, ya que se tarda un mínimo de diez años en alcanzar el primer nivel. Jamás penséis en vosotros como    "Desde tiempos antiguos, el valor y el conocimiento han sido los dos pilares del Sendero: a través de la virtud del entrenamiento, ilumina tu cuerpo y tu espíritu"
  

 
"Cuando se adelanta un oponente, enfréntalo y salúdalo; si intenta retroceder, déjalo seguir su camino"

  
 "Tu espíritu es el verdadero escudo"

  
 "El verdadero guerrero siempre cuenta con tres armas: la radiante espada de la pacificación; el espejo de la valentía, la amistad y la sabiduría; y la piedra preciosa de la iluminación"

  
 "El verdadero Budo consiste en aceptar el espíritu del Universo, salvaguardar la paz del mundo, proteger y favorecer el crecimiento de todos los seres".  

 Las Visiones

  
Para entender las pautas con que Ueshiba desarrolló el Aikido resulta imprescindible comprender el sentido de la revelación, no como hecho insólito sino como punto de claridad mental que orienta la vida de la persona. Hasta en tres ocasiones Ueshiba sintió este tipo de deslumbramiento, y en las tres ocasiones marcaron los acontecimientos posteriores.

   
En la primavera de 1925, un teniente de la marina imperial, quien también era maestro de Kendo (lucha con espada), supo de la fama y reputación de aquél y fue a visitarlo a su escuela de Ayabe. El maestro lo trató con la cortesía debida a un huésped y quiso explicarle cuáles eran los principios filosóficos de su arte marcial, pero el teniente le dijo que no estaba de acuerdo con sus ideas pacifistas. El primero reiteró sus argumentos y su interlocutor, montando en cólera, le retó a un duelo con espada. Morihei trató de disuadirlo sin éxito. Por último aceptó, pero dijo que no usaría espada ni arma alguna.

   Eso enfureció aún más al oficial porque pensó que se le deseaba humillar y, empuñando un bokken (espada de madera para prácticas) se precipitó sobre el maestro y descargó un terrible golpe que cayó en el vacío porque él ya no estaba allí. Hendiendo el aire con la espada, que producía zumbidos al hacerlo, y valiéndose de toda su fuerza, velocidad y técnica, el teniente se esforzaba en golpear a Morihei, pero éste , con movimientos mínimos esquivaba todos los ataques. Por fin, exhausto, jadeante y bañado en sudor, se dio por vencido y tomó asiento sobre el tatami. El maestro, con voz seca, le dijo: "¡Ahora, controle su genio o salga de este sitio!"

  
 El teniente, confuso y avergonzado, inclinó la cabeza, ofreció sus disculpas y se marchó. Uno de los alumnos que presenciaron el incidente preguntó: "Maestro, ¿por qué no derribó a ese insolente? Todos vimos lo fácil que le hubiera sido".

  
 La respuesta fue: "¿Para qué? Nunca estuve en peligro. Todos sus movimientos fueron tan obvios que pude anticiparlos fácilmente. Además, si lo hubiera yo abatido sobre el tatami, mis actos no hubieran estado acordes con el espíritu del Aiki bujutsu, el cual sólo debe utilizarse en casos de estricta necesidad".

  
 Después de que el teniente se retiró, el maestro salió al jardín del dojo y, sacando del pozo agua con una cubeta de madera, se refrescó la cara. Luego se situó a la sombra de un árbol de caqui para descansar. Entonces sucedió algo parecido a lo ocurrido en Mongolia. La narración del hecho, con sus propias palabras, fue ésta:

  
 "De pronto sentí que la tierra temblaba bajo mis pies. Un vapor dorado surgió de ella y me envolvió. Del cielo descendió una cascada de luces cegadoras, cubriéndome. Mi cuerpo empezó a volverse cada vez más grande, hasta que alcanzó el tamaño del Universo entero. Me di cuenta de que comprendía el lenguaje de los pájaros y de que era capaz de sentir lo que había en la mente de Dios, Creador de todo el cosmos. Repentinamente entendí que la fuente del Budo es el amor. Por él y a través de él debe uno vivir."
  
 Esa era la esencia de las artes marciales, que siempre había yo estado buscando. No fueron creadas para destruir al mundo con armas o de cualquier otra manera, ni para aniquilar a un enemigo usando la fuerza, sino para fomentar y mantener la paz sobre la tierra, cultivarla amorosamente y proteger a todos los seres que la naturaleza creó. Mientras comprendía todo esto, abundantes lágrimas de gozo salían de mis ojos y corrían, como pequeños arroyos, por mis mejillas. Desde entonces siento que toda la tierra es mi hogar y que el sol, la luna y las estrellas son mis amigos cercanos. Me liberé de todo deseo de alcanzar posición, fama y riquezas, así como de ser poderoso. Lo que importa es vivir el amor a través del Budo (arte marcial) y derramarlo por doquier".

   Después, en el mes de diciembre, tuvo otra experiencia espiritual profunda. Así la relató: "Alrededor de la una de la madrugada estaba yo ejecutando una purificación ritual. De pronto sentí olvidar todas las técnicas marciales que había aprendido. Luego, las enseñanzas de mis maestros se presentaron otra vez ante mí, pero con un significado completamente nuevo y fresco: ahora eran vehículos para el cultivo de la vida, el conocimiento, la virtud y el buen sentido, no maniobras para lanzar e inmovilizar al prójimo".

   En 1942 la humanidad atravesaba por uno de los períodos más turbulentos de su historia. El maestro Ueshiba tuvo otra visión: según lo narró, el Gran Espíritu de la Paz se presentó ante él y le explicó que la paz constituía el sendero que todos debían seguir para eliminar confrontaciones y reconciliar a la humanidad entera. También le dijo: "El camino del guerrero ha sido mal comprendido e interpretado como un medio para asesinar y destruir a otros. Los que buscan la rivalidad, la discordia y la competencia contra otros cometen un grave error. Aplastar, herir y destruir es el peor pecado que un ser humano puede cometer.

   La verdadera senda del guerrero lleva a evitar y prevenir la matanza y la violencia. Es el arte de la paz, el poder del amor.” 


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